domingo, 26 de junio de 2011

Le pedi entender y...no entendi


Nadie como el habia traspasado los niveles de la incomprension.
Nadie como el la queria,nadie como el la olvidaba.
Lograba asfixiarla rozandole la piel,escarchaba su alma helada con solo un te quiero.
Y cuando alguno de sus rizos se escapaba a explorar su espalda,cuando disminuia la distancia en la almohada...la hacia desaparecer.
La miraba con los ojos vacios de recuerdos,como si la noche anterior ya se hubiese borrado.
El conseguia estar sin estar, dejar huella hasta volver. Ella esperaba,se mantenia firme en su lucha contra la irracionalidad.
Nunca habia vivido en un mundo con promesas que se disuelven antes que el hielo de su copa,no conocia la tierra donde los te quieros van a morir al mar.
Batallaba contra la cal y la arena, contra miedos y demonios.
Una tarde de sol,uso la arena como fugaz lienzo de los planos del futuro,del mañana que arrastrara la marea.
Alexandra olvidó su escepticismo enrollado entre las sabanas,eliminó sus dudas entre rios de pasion,entre gotas de sudor.
A sabiendas de estar errada,confió.
A sabiendas de estar errada,luchó.

viernes, 10 de junio de 2011


Perdida de nuevo en el mismo callejon pienso en si dejaras abierta o cerraras para siempre la puerta a tu colchon.
Me sobran inseguridades,me falta confianza.Colecciono errores tras la misma alianza.
Vuelvo a tu recuerdo y sonries,siempre sonries.Con un atisbo de delirio en tus sutilezas, me recuerdas que no enturbiemos mas las aguas de un rio ya revuelto.
Aun no has entendido que seguire siendo el remanso de paz cuando me necesites encontrar;que los parasiempres caducan en unos años pero aun asi me arriesgo a firmar.
Las palabras del ayer desaparecieron entre corrientes y la lucidez del ahora era la que necesitaba escuchar.
Gracias

sábado, 4 de junio de 2011

el hombre que susurraba a los pajaros (y a las pajaras)

En aquel primer cafe inocente habia surgido el desconcierto y con el desconcierto,la curioridad.
Su mirada parecia infranqueable,su sonrisa picara,su expresion inocente.
Desconocia el como y el cuando empezaron a hablar sin entenderse,quien manifesto su odio primero,quien disfruto primero de tanta incomprension.
Donde el mundo se hace intimo y la coherencia pierde su nombre,empezaron el perro y la gata a resolver sus diferencias entre nordicos,sexo y plumas de pato.
El en modo galan,ella esceptica.
El prometia hasta que la metia,ella creia sin querer creer,sin querer querer.
En los rankings de etapas vitales,el momento escogido estaba entre el top ten de los peores.
Ambos circulaban por las calles de una ciudad a donde no pertenecian sus pies,ambos caminaban apresurados a un mañana tan ambicioso como tranquilo.
El planificaba,ella se dejaba llevar.Dibujaban planos de un futuro que no iba a llegar.

Alexandra se reflejaba en sus ojos sin entender a donde se habia marchado su mirada.Los impulsos del pasado eran errores en presente continuo,el carpe diem estaba obsoleto,ahora el lema de moda era 'temor por sentir'.
En esos momentos en los que el olor de su colonia se pegaba a la almohada y no existia mas distancia que piel con piel, jugaban a contruir ilusiones de dos que se esfuman al a amanecer,
Dos vasos de agua y un cigarrillo de despues,mas tarde,ella no habia bajado de su particular guion de Woody Allen,cuando el ya tenia encendido el repelente de afectos.
Al parecer en este lugar donde maquillan a polluelos con toxicos sprays,donde se comercializa mas aceite corporal que de girasol...al parecer,en este mundo de innovadoras realidades,exite una subespecie de hombre que cumple todos los requisitos solicitados con un unico pero,esta pogramado para no sentir.

sábado, 14 de mayo de 2011

Quien no arriesga....

En tiempo de cambio, aspiraba polvo viejo.
Cierto trasfondo obsesivo-compulsivo provocaba rutinas de limpieza, relajante natural para las mariposas que devoraban su aparato digestivo.
Recién levantada, sin conservantes ni colorantes, regalaba invitación con sonrisa a todo aquel que quisiera pasar y ver.
Él aceptó. Reticente, pero acepto.
No parecía haber visto muchas como las de su especie, pero hacía que se sintiese cómodo.
En tardes de comilonas y dolores de risa, la teórica de la compatibilidad de caracteres se había extinguido.
Examen práctico, aprobado.
Semejaban detestarse el uno al otro, el otro al uno.
Entre manifestaciones de odio, evitaban escucharse y los desprecios descafeinados eran constantes.Sin embargo, perdidos en otra galaxia, la de las miradas, los dos se decían lo mismo: Gracias.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Viviendo entre típicos y tópicos



Eliminó de su agenda algunos minutos de estrés para sumárselos a aquel nuevo fichaje.
Aquel chico con sonrisa de Joker y ojos vidriosos tenía pasión por el diablo aún negandose a ceder su nobleza al purgatorio.
Alexandra, de mirada siempre atenta, lo analizaba.
Analizaba sus silencios y sus palabras. Examinaba su timidez cercana, su curiosidad sana, su cortejo infantil.
En una mesa redonda, mientras se hidrataban en polos opuestos -él batido frio, ella caliente- le preguntó sin sutilezas:

- ¿Realmente todas obedeceis a estos tópicos? Incluso las de gustos más variopintos, las alternativas, las hippies, las románticas o las idílicas respondeis babeando como reflejo al paseillo de cualquier engreido con actitud chulesca enfundado en unos buenos abdominales.

A Alexandra se le agotó la respuesta que guardaba en la recámara. Segundos antes había hecho un comentario que seguía esa misma línea. Incluso ella que siempre había defendido la atracción menos física, el atractivo de las miradas, de jugar con las palabras, de la comunicación piel con piel.
Incluso ella, con tintes alternativos y enraizada en el movimiento hippie, salibaba ante un plato de coresterol, ante aquellos que satisfaccían sus necesidades más primarias de ser dominada por el macho alfa de la manada.
Aquel diablo recubierto con harapos de silencio, le había robado a Alexandra sus mil y una respuestas con escasas palabras.

lunes, 2 de mayo de 2011

Silencios




No pretendía huir, solo desaparecer para encontrarse.

jueves, 14 de abril de 2011

Te seguiré a escondidas

Asfixiada, buscaba inspiración.
Su cabeza desbordaba ideas inconexas.Demasiados motivos que vomitar, escasa motivación que absorber..
Cuando creía apuntar bien, la bala se perdía.Le aburría la monotonía del destino.
No era el insomnio lo que limitaba sus capacidades, era la imposibilidad de expresarse, de expresarlo.
Su jóven sonrisa tenía un brillo cansado. Cuando respiraba, lo hacía sin malgastar aire.
La rabia cegaba parte de su mirada, rabia impotente, rabia de palabras estancadas.
El reloj y las circunstancias organizaban su horario semanal.
Entre las medidas provisionales solo había recortes;le arrebataron tiempo para perseguir a las musas.
Demasiada prisa para una parada en boxes.

lunes, 14 de marzo de 2011

Desvio provisional



En un futuro se imaginaba al volante de vehículos grandes y pesados.
A los 18 se había iniciado en las cuatro ruedas.
Ya a los 13 y de forma clandestina conducía su recién estrenada moto.
Fue en la adolescencia cuando también tomó los controles de su propia vida.
Esquivó los obstáculos que se encontró en el trayecto, aprovechó el impulso del viento a favor.
No fue fácil, aunque ningún aprendizaje lo es.

Confiaba en sus posibilidades, había perdido el miedo a enfrentarse a cualquier timón.
Disfrutaba del camino cuando conocía el destino y de la incertidumbre de dejarse llevar cuando no sabía a donde dirigirse.
Disfrutaba de la conducción como sinónimo de libertad, de control.

Ayer, con las mismas ganas de llegar y la meta dibujándose cada vez más próxima, le falló el motor.

Hoy, con dificultad pero todavía en circulación, el camino se desmoronó.

Estaba preparada para asumir sus fallos pero no para que fallase la situación.

viernes, 4 de marzo de 2011

El doloroso arte de matarse por dentro


Comprobó una vez más que la calefacción seguía en 23.
Volvió a su habitación y se dejó caer sobre la alfombra, sin fuerzas para nada más que para dejar que su mirada se perdiese en el espejo, entre su reflejo. Al otro lado, lo que nunca había querido ser. Un mundo que no era el suyo…
Cerró los ojos.
Sacó de uno de sus bolsillos el gloss de Max Factor, regalo de su último cumpleaños, y lo lanzó con todas sus fuerzas, con rabia hacia el origen de todo ese odio, hacia la figura que mostraba una realidad ficticia, hacía ese cristal que reflejaba su vida.
Sin inmutarse observó como su mundo se convertía en un imposible y cortante puzzle de mil y una piezas.
Cayó desplomada sobre la alfombra.
Abrió los ojos para asegurarse de que todo seguía como hacía un segundo.
Sacó de otro de sus bolsillos el móvil. Comprobó que no había ninguna llamada, ningún mensaje. Aprovechó para releer los antiguos.
Echaba de menos esos momentos en los que para recibir un mensaje tienes que borrar otro, la saturación en la bandeja de entrada.
Había dejado de cargar con el peso del resto del mundo. Ahora era el momento de tener preocupaciones propias, ilusiones, vida propia.
Todos se habían alejado, algunos poco a poco, otros ni eso…
Con Anna todo era distinto, desde que había irrumpido en su vida había estado presente en cada instante. Habían cambiado tantas cosas…
Se reía cuando le repetían que era el camino fácil. Se reía, se reía sin ganas.
No definía como fácil estar resquebrajando a su familia por la incomprensión, no aceptaba como fácil que sus amigos rehuyesen de ella.
Incluso su novio, el que la había colmado de promesas, había pronunciado parasiempres con fecha de caducidad
Tampoco veía necesario conservarlos sino respetaban sus decisiones.

Seguía desplomada sobre la alfombra con la calefacción a 23.La misma sensación de frío devorándole las entrañas.
Transcurrieron algunos minutos hasta que logró acercarse de nuevo a esa asfixiante fuente de calor. Le quemó los labios para introducirse por la garganta, le abrasó el estómago el calor de su abrazo.

Anna se mantuvo a su lado, en el último año cada vez estaba más presente. Le recordó que debía sacar el resto de comida que escondía en la habitación y bajarla con el resto de basura. El habitáculo se estaba impregnando de un peculiar olor a putrefacto y pronto se levantarían sospechas.

ERROR

Tercer intento.

Introduzca clave:
5643

Pulsó confirmar con la intensidad de unos dedos de hormigón.

Ese numero y él habían formado equipo desde su adolescencia.
Era el numero PIN de su primer teléfono móvil, que más tarde se habría convertido en la del segundo, la del tercero,..así hasta llegar al de última generación que guardaba con mimo en su bolsillo, con gps, tresge,blutuz y muchas otras palabras en inglés que no entendía del todo bien.
Había sido el número secreto de su primera tarjeta de crédito, la contraseña de sus cuentas de correo electrónico y el código de su tarjeta universitaria...
Ahora, se encontraba frente a esa pequeña pantallita que le ordenaba que esperase.
Cuestionaba su pasado y su memoria.
No era solo el hecho de impedirle comprar una decena de artículos de segunda necesidad con la única delicadeza de un mensaje de ERROR esbozado por la máquina.
Era suscitarle la desconfianza en la realidad que conocía, en los recuerdos.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Paz, Descansa

Siempre había sentido atracción por su pelo.
De niña acaparaba en mis diminutas manos aquella inmensa coleta color nieve con reflejos carbón.
Muchos decían que remarcaba su carácter tradicional a través de su aspecto, ella aseguraba que no renunciaría a la naturalidad.
Su sonrisa , joven; sus ojos siempre apagados y tristes.
Aquella niñera sin salario no era amante de verbalizar sus sentimientos ni exacerbada en la muestra de afectos.
Razonaba advirtiendo su ignorancia y transmitiendo serenidad. Me rodeaba de una prudencia de la que huía por visceralidad.
La había visto caminando por los años sin alterar su aspecto ni su vitalidad.
Era una mujer de trazo constante: ahorraba en verbos y derrochaba en razón.
No pretendía imponer su criterio pero sus argumentos eran irrebatibles, a pesar de mi pasión por cuestionarlo.
Siempre me había preguntado porque a pesar de la fortaleza de su temperamento, su mirada amanecía cada vez más lejos del presente.
Desconocía completamente sus rutinas del ayer, parecía haber encerrado los recuerdos en cárceles de silencio con acceso únicamente personal.
Se encogía en aquella mecedora de madera con aire vivido y desaparecía entre la multitud.
Pasó de puntillas desconociendo todos aquellos lugares en los que dejaba huella.
Desconociendo que nunca habían conocido a alguien como ella.

jueves, 10 de febrero de 2011

Tardes con supermario bross

Como cada mañana abrió los ojos perezosamente.
Llevaba unos minutos despierta pero se resistía a levantarse.
La mente destilaba cansancio y el cuerpo, magullado, pedida a gritos sesión balneario, como si en un sonambulismo recién descubierto hubiese practicado aquellos ejercicios de contorsionismo que la maravillaban.
Miró a su alrededor y empezó a encajar recuerdos del puzzle de la noche anterior.
Habían cenado al aire libre, o al menos al aire en 3º grado.
El agua o el vino se habían quedado atrás para una ocasión de tal calibre. Substituyeron la bebida por cacaolat y el menú degustación por un par de bocadillos de contenido abstracto en su definición, con la única magia de aprisionar todo lo que habían hallado en su minuciosa excursión culinaria entre dos mitades de baguette.
Extrañamente en ella, Alexandra se había despertado sin hambre, había amanecido saciada.
De nuevo su mente terminó el proceso de carga y recordó que se había dormido mirando las estrellas mientras el narraba su ilógica y moderna versión de su clásico preferido, El principito.
Lo arropó con la mirada y salió de la habitación de puntillas, como si el silencioso roce de sus calcetines con aquel viejo parqué pudiesen perturbar el sueño de aquel enigmático personaje .
Al llegar a la cocina y tras finalizar la búsqueda de todas y cada una de las prendas de las que se había desprendido por el camino decidió recuperar el romanticismo que había dejado atrás en la preadolescencia.
Rebuscó en busca de instrumental y procedió a repetir un detalle que le habían inculcado las películas americanas de sobremesa de Antena3.
Anotó en el calendario que colgaba del portón de una nevera Balay casi vintage:
"Puede que para ti sea tan simple como volcar las mantas en el suelo, inventar constelaciones con 3€ de estrellas adhesivas y dejar que el viento se cuele por la ventana pero, para mi, es volver a soñar. Gracias por hacerlo real"

Entre enxebres anda el juego

Tenía facilidad para hacerte sonreír.
No era de maneras delicadas ni mucho menos,
su especialidad no era ser agradable,
y aun esmerandose mucho en no serlo,
conseguía todo lo contrario.

No parecía importarle demasiado lo que dijesen
o dejasen de decir
lo que pensasen
o dejasen de pensar.
Su tono de voz era excesivamente fuerte
incluso cuando el estaba excesivamente débil.
Tenía ese algo, ese algo extraño.
Ese algo extraño que tienen muy pocos
y sobre todo, había conseguido algo que muchos habían intentado,
que hablase con él en gallego

Ex pira

Devuelveme mi mundo, mi vida, mis sueños,
devuelveme tu esencia, tu risa, tus celos.
Acapáralo todo,
déjame a mi sin nada
pero quédate.
Quédate a mi lado,
observame en silencio,
dime que me crees,
que este tiempo no ha sido en vano.
Inúndame de tus palabras,
de tus manías, de tus juegos.
Inúndame y déjame que me ahogue
en el río de tus venas.
Recorreré tu cuerpo,
llevaré vida de nuevo a tu corazón,
latidos con motivo,
motivos sin sentido
y volver a sonreir sin saber porqué,
ni desde cuando,
solo sonreir por ese secreto de dos.
Déjame penetrar en tus arterias,
llegar sin aliento hasta tu cerebro,
y grabarte con coagulos de instantes,
todas esas burbujitas de aire que siento.

martes, 8 de febrero de 2011

Pequeños retratOs **

Odiaba esperar...
desde las cosas mas cotidianas hasta las más trascendentales..
Desde esperar al autobús, en la cola del super o para renovar el dni.
Odiaba que le dijesen que aparecería la persona ideal, que era cuestión de esperar.
Odiaba a esas personas que creían que el mundo tarde o temprano cambiaría, que solo era cuestion de esperar...
Quizá tenía algo que ver también con esa maldita manía suya de no dormir, o hacerlo lo menos posible.
Perdía algunos minutos cada día en pensar el tiempo que perdíamos durmiendo doce horas diarias, esperando a que nos llamasen en vez de llamar nosotros, esperando a que nos preguntasen que queríamos en lugar de pedirlo sin más.
Odiaba esperar y lo odió más aún durante los primeros años.
Estaba ahí, a la vista, al alcance de cualquiera, como una de esos trocitos de fruta que te invitan a probar en el eroski.
Ni tan siquiera se podía permitir el lujo de tachar los días del calendario, de hecho, no tenía calendario.
Todos se sentaban al borde de la cama, para ellos símbolo inequívoco de proximidad, de confianza, para él protocolo sin más.
Contaban angustiados sus penas, intentado hacerle ver que todo el mundo tenía problemas.
A Eva la habían despedido, Carlos llevaba varios días sin funcionar en la cama, a Diego le habían robado la cartera,..
Y en el fondo, menos mal que estaban ellos para recordarle, que podía dar gracias por estar atado a una cama de un hospital durante todo ese tiempo, sino, a saber a cuantos monstruos se hubiese tenido que enfrentar en lo laboral, en lo sexual,..en la vida...
Y en el fondo, menos mal que nunca le había gustado esperar y conseguía no desperdiciar ni un segundo de esas conversaciones, conseguía aprovecharlas para narrarse historias a si mismo, para cambiar la decoracion de la habitación una otra vez mentalmente, para no quedarse quieto sin moverse de la cama.

Reflejando


De atenta mirada.
A veces era una mirada de reproche, otras de orgullo, otras simplemente no quería decir nada que no supiésemos las dos.
Sus ojos brillaban mas allá de dimes y diretes que se transmitían por el barrio como aquellas malditas plagas de los 20.
No creía estar por encima, ni por debajo de nadie. Era ese narrador externo del que tanto nos hablaban en primaria. Parecía saberlo todo, conocía todos los detalles de la trama pero no formaba parte de ella, no era uno de los personajes.
Yo nunca había sido demasiado reflexiva, los impulsos habían gobernado mi vida en los mejores y los peores momentos.
Últimamente, muchos de esos momentos se repetían en mi cabeza como si de un estribillo de la canción del verano se tratase, produciéndome incluso vértigo.
Mareada, fatigada por la sensación asfixiante de vértigo, miraba al suelo pensando en lo dura que iba a ser la caída pero no veía nada. Solo sus enormes y brillantes ojos negros.
Quizá no me estuviesen mirando a mi, pero estaban ahí, dándome el mejor espejo que nunca tendré, enseñándome en el que el mundo nunca es tan pequeño como lo ves cuando te sientes dentro de él.

Retales de vida, de muerte

El primer contacto fue casi irreal, de esas casualidades absurdas que dejan huella.
Mientras el mundo iba y venía ella permanecía cerca, siempre cerca, casi inmóvil como esperando a que le dedicase un momento de atención.
Al principio no me preocupaba demasiado saber que estaba ahí.
Poco a poco su presencia fue haciendose más pesada, tan cercana que resultaba asfixiante.
A veces conseguía sacar lo mejor de mi, lograr que buscase fuerzas donde creía que solo había escombros, otras por mucho que exprimía, que presionaba, el unico zumo que conseguía era un prefabricado de lágrimas de sangre.
Y en esos momentos en los que conseguía que una avalancha de escalofríos recorriese mi cuerpo, en los que me sentía nadie, me subía al coche y pisaba a fondo.
El rabioso grito de las revoluciones pidiendo más.
El unico deseo de que esa carretera no tuviese final y si lo tenía, fuese ella.
Y así llegó el final, entre hospitales y ambulancias, entre batas blancas y nombres perfilados en negro.
Allí estaba ella, para mirarme por última vez e insinuarme que yo era la única culpable de caer una vez más, la última, en sus brazos, en el cálido abrazo de la muerte.

Síndrome de abstinencia

¿Vivir soñando?
¿Tocar con los pies en el suelo y morir poco a poco?
¿Se decantaba por ilusiones inútiles o por lo inútil de vivir sin ilusiones?
Y hoy sentía que era un día como todos los demás.
Parecía mostrar síntomas de agorafobia,
necesidad de quedarse en casa con puertas y ventanas
cerradas a cal y canto,
protegiendose de aquella realidad que aun desconocía,
de aquella persona que no quería llegar a ser.
Hoy era el mismo día que ayer, sabía que mañana se convertiría de nuevo en su hoy.
Un factor común:
sus ganas rabiosas de un trocito de él.
Sus ganas rabiosas de hacer caso a sus instintos mas primarios,
de morderle la cabeza, apretarle fuerte en un abrazo
hasta que el dolor de pecho le recordase que ese momento es real...
Sus instintos mas primitivos porque lo más primitivo en Alexandra era él, el número uno en la escala de Richter.
Su principio, su principi(t)o
¿Cuánto tiempo había pasado desde sus últimos errores?
"Equivócate conmigo, porque no me importa caer una vez más
si es tu mano la que me levanta..."

Retales de Confusión

Soledad.
Un simple conjunto de fonemas lo hacía estremecerse.
Gracias a ella se había convertido en lo que era hoy en día. Una marioneta: temeroso, escondido.
Se odiaba pero más la odiaba a ella.
Soledad.
Desde pequeño había sido la fuente de sus miedos, de su ira, de un rencor que nunca había experimentado ni experimentaría con nada más.
Nunca creyó que pudiese hacerle tanto daño.
Ahora, solo quería estar solo.
Las voces en su cabeza callarían solo con la muerte.
Sólo quería estar solo.
Meditó.
LLegó la muerte.
Era todo mentira. Todo aquello en lo que creía. No le dolió. No se arrepiente.No se echó atrás mientras la sangre teñía sus manos de un tono demasiado brillante para aquella habitación en penunmbra, no apartó la mirada.
.
.
.
Mario asesinó a su madre, Soledad, de 43 años , mientras estas dormía. La condena fue menor. En el juició se determinó que los abusos que sufría por parte de la fallecida le habían causado un grave trastorno mental que había arrastrado desde pequeño.

In oportunidad

¿Producto de la casualidad?¿Fruto de la búsqueda?
Era demasiado tarde para buscar un porqué.
Sin saber como, ni tan siquiera desde cuando, allí estaban los dos, el uno frente al otro, sin más separación corpórea que el aire que alejaba sus cuerpos.
Sabía que ese momento no se repetiría, sabía que no había vivido ninguno igual.
El nudo en el estómago, ese que subía hasta la gargánta para ahogarla en situaciones como estas, provocándole ese dolor que le confirmaba que todo aquello era real; ese nudo, aumentaba cuando observaba su rostro tenuemente iluminado, como él la miraba incansablemente,...
Era como si no le importase disfrutar del momento, sino de la presencia, de su presencia; disfrutar mientras ella, aun teniendo la cabeza en otra parte, seguía estando muy cerca.


Quizá muchos momentos así estuviesen solo a un beso de distancia, a una palabra. Quizá no era el momento para vivir esos momentos.

lunes, 10 de enero de 2011

.

Pisoteame una vez más,
arrastrame por el suelo hasta que la humillación sea mayor.
Ignórame, calumniame,
intenta que quede a la altura del betún.
Haz descender mi moral hasta el subsuelo,
destruye mi mundo alegando que es artificial.
Taládrame el hipotálamo, el hipocampo,
haz de mis deshechos tu alimento...
Rompe mi coraza para arrancarme el alma,
hazlo y hazlo bien,
por que tal vez no sea hoy
ni tampoco mañana
cuando renazca,
quizá tarde en sacudirme el polvo de las rodillas
pero cuando lo haga,
seré invencible

sábado, 8 de enero de 2011

Los últimos románticos...

El romanticismo.

Sin florituras ya sonaba repetitivo, azucarado, zalamero, indigesto.
La interpretación por supuesto, era totalmente libre.
¿Las preguntas? Demasiadas para numerarlas, ella era más de letras.
Un par de ejemplos : ¿Que se ocultaba detrás del leit motiv que no pasaba de moda en el arte? ¿Que factores decantabann la balanza determinando si serías o no un romantico?
¿El romanticismo va irremediablemente ligado a una rígida imposición de roles patriarcales o la útopía del romanticismo igualitario es cada día ligeramente más real?

Ella se enamoró del romanticismo, como la mayoría, con la factoría Disney.
Por aquel entonces ignoraba conceptos como el sexismo, los estereotipos o la feminidad pasiva. Únicamente podía percibir la fuerza y la lucha por la pasión, la complementación, el "vivieron felices y comieron perdices". Quizá esto último era lo que más le remarcaban a ella y a todas las cenicientas de apenas 6 años: el amor romantico como vía de escape a una vida gris y frustrante, como único sendero a la felicidad personal. El rescate de un hombre.

Ella, como muchos otros también, había retroalimentado esto. De vez resacosa de domingo lluvioso en cuando, se escondía bajo aquella hortera manta llena de circulos de colores, escondía en ella hasta las ojeras y aprovechando, las lágrimas que surgirían y de hecho surgían después. Cogía todo lo comestible que estuviese al alcance de su mano, una cantidad abusiva de H20 y se inyectaba por vena una comedia romántica americana.
En esas dos horas de compulsión en el comer, en el fumar y en el llorar, olvidaba la existencia del guión, la escenografía o la dirección y se adentraba en la historia.
De cuando en vez o de vez el subconsciente le jugaba una mala pasada preguntándole cuando interpretaría ella el papel protagonista. Quizá se había acostumbrado a ser un mero extra en el reparto del saturday night.

Un quince de mucho calor y ni gota de alcohol, llegó. Sin previa audición, él decidió que escribirían y protagonizarían su propia historia.
Alexandra descubrió que el mundo de las rosas, las notas románticas al despertarse, el desayuno o las cartas que te hacen llorar al deshidratarte hasta el alma, era tan adictivo como pensaba.
Durante años sintió que lo que había aprendido en con la Bella Durmiente y Cia, lo que estaba viviendo, debía transmitirlo, hacerle entender a aquellos que se resistían a su encanto, que no se arrepentiría.

Su sonrisa era permanente y sus ojos siempre ambiciosos miraban más allá del cielo, buscándolo a través del tiempo y la distancia.

Su sonrisa era permanente hasta que dejó de serlo.

Fue feliz y comió perdices hasta que se extinguieron. Llegó el momento de variar el menú diario y como plato único llegaron los celos. En alguna ocasión se ganó el postre aunque la variedad no era demasiada: Podía escoger entre posesión, machismo, imposiciones o sacrificar tus oportunidades por los "dos".

Puede que el problema sea precisamente ese; los films, los libros, los guiones tienen una duración determinada, no se retoma la historia un chupito de desventuras después. Nos cuentan su final, pero no sabemos el continuará. Como Diría el Chojin, quien me iba a decir que sería así el final del cuento de hadas.

Poco después,por un motivo que algún día será contado, Alexandra aprendió a absorver la esencia de los de su entorno. Eso la llevo a atenuar una de las principales características de su caracter: la radicalidad.

Comenzó a replantearse aquello de lo que había renegado algún tiempo atrás. Uno se esos aquellos era el romanticismo.

Algún futuro empresario y varias noches de confusión y vodkas le enseñaron que había muchos tipos de romanticismos, muchos que se habían sumado a la moda de ese tipo de conquista o otro que habían interpretado ese movimiento cultural de finales del XVIII como si continuasemos estancados en ese siglo.

Su Love actually particular ha sufrido un cambio de 180 grados. Hoy romanticismo es sonreir cuando su gato serpentea entre sus piernas para recibirla cuando llega a casa; romanticismo es levantarse alguna hora antes para ir a trabajar y fotografiar bajo la helada las telarañas que se resisten a abandonar su rincón de la ciudad, romanticismo es encontrar a un principe que de lo único que quiere salvarte es del bullicio de ese local para poder mirarte a los ojos y llevarte al orgasmo con un beso con más duración de la estipulada.

miércoles, 5 de enero de 2011

Esperando peras del olmo

Fina llovizna.
Cigarro en la calle, rozando la hipotermia por cortesía de la nueva ley antitabaco.
Vomitaba inconsciencia y restos de wisky con red bull.
No había llamado y no lo haría.
Una vez más había sufrido pánico escénico.
El final del año anterior se había solapado al comienzo del nuevo.
Ocho años eran los que la separaban de aquella impulsividad inocente, de aquella rebeldía inconformista, de la lucha contra el mundo y todo aquello que no se correspondía con sus ideales.
Ocho eran los años que separaban su último abrazo sincero.
Tan inesperado como seguro habia resurgido de sus cenizas, que nunca se habían consumido del todo.
Tan rotundo como sincero había vaciado sus entrañas sobre Alexandra. Ella solo pudo reaccionar citándolo la última noche del año.
En la soledad del asiento de atrás de un C5, las lágrimas le inundaron el alma y se creyó tan frágil que a medida que el taxi sufría el pésimo asfalto de la N-120, ella se resquebrajaba.
El taxista contemplaba absorto la circulación, mientras balbuceaba algo sobre la escasa exigencia para sacarse el permiso de conducir.
72 horas fueron las que necesitó para prepararse para el gran encuentro, caña arriba, caña abajo..Los centímetros adecuados de escote, exhuberante o natural, elegante y clásica o sexy y resultona. Decenas de planteamientos que sobraban ante él, que tantas veces había recorrido su anatomía, que había explorado lo inexplorable.
La luz asomaba entre la furia de las nubes, amainaba la llovizna y se clarificaban las ideas.
No sabía si era demasiado tarde y no quería arriesgarse a preguntarlo.
Ni siquiera sabía si era demasiado pronto para que las heridas dejasen de sangran.
El tren que ella misma había construido, la oportunidad que se había ganado era tan soñada como aparentemente irreal.
Tuvo miedo pero no quiso correr.
Esperó inmóvil a que el cigarro se consumiese y los recuerdos también.
Esperó que el maquinista pasivo, el personaje secundario pasase a la acción.
Y se cansó de esperar a que jugase él, cuando el turno le pertenecía a ella.