martes, 30 de noviembre de 2010

The final countdown

SEGUÍA CAMINANDO,
SIN SOPESAR,
SIN ATENDER A ADVERTENCIAS.
COMPROBABA QUE SUS PIES SE SOSTENÍAN
DESCONOCIENDO INCLUSO DONDE SE APOYABAN;
SE ADENTRABA EN LA NOCHE
EN LA QUE HABÍA PERDIDO TU MIRADA;
SE PERDÍA EN LA NIEBLA DE SUS PALABRAS.
NO IMPORTABA COMO HABIA LLEGADO,
AHORA YA NO,
NI TAMPOCO COMO O CUANDO SALDRÍA,
IMPORTABA QUE ESTABA DENTRO.
GANÓ LA BATALLA
QUE ESTABA PERDIDA
CONTRA AL TIEMPO.
SE ESCONDIÓ ENTRE TUS SONRISAS,
SE BURLÓ DEL OLVIDO,
ACAMPANDO EN TU RECUERDO.
INSTALARÁ SU CAMA,
EN TUS NOCHES EN VELA.
NO IMPORTA COMO HA LLEGADO,
ESTÁ DENTRO
Y SE QUEDA AQUÍ.

Inexistencia

A veces desaparecía.
A veces sin querer, otras no tanto.
Se volvía tan invisible
que apenas ella misma era consciente
de su propia existencia,
de su inconsciencia.

En esos días en los que
a veces sin querer, otras no tanto,
olvidaba su Blackberry en casa,
se quedaba sin batería
o no encontraba cargador;
días en los que
salía demasiado exhausta del trabajo
demasiado cansada para cualquier plan
que no fuera el de no existir...
Es en ese punto en el que
el mundo se para.
Silencio.
Su conciencia por fin se calla.
Y espera, durmiendo,
aguanta sin vivir algo más de tiempo,
el necesario para permitirse una tregua.
Es en ese punto en el que
dejo de ser ella
y empieza a sentirse bien asi:
perdida, distante, callada, fria....
invisible.

Consumiéndonos

Solía compararse con la pescadilla que se muerde la cola...

Pero Alexandra contemplaba horrorizada como él era incluso más ambicioso, como se devoraba por dentro y por fuera a si mismo, como no se conformaba únicamente con su extremidad trasera.

Entró en una cadena de placeres que cada vez le dejaba menos márgen para respirar, una cadena que mientras le ahogaba, le producía un placer indescriptible gracias a esa adrenalina recién liberada.

Entró en un bucle de silencios que también le había dejado a él sin voz.
Entró y no supo como salir.

A medida que se iba adentrando, la puerta de salida se iba difuminando, se perdía en una tercera dimensión cada vez más lejana.
Del mismo modo, como espectador extrañamente objetivo de su derrota, sus ganas de acabar con la oscuridad iban creciendo, quería anticiparse al final.
Comenzó y esta vez si, supo como terminar.
Y llegó el final.

Y con el final se rompió el silencio, el placer; con el final se agotó su aire.
Su cabeza estallaba con el estruendo de los llantos de los más allegados; sentado al borde de una torneada madera de pino contemplaba su cuerpo magullado, sus ojos caricaturizados en una inmensa palidez.

Su placer terminaba donde terminó su adolescencia.

Su respiración entre raso blanco era algo más que breve, era irreal.

Como irreales habían sido sus ganas de vivir...

martes, 23 de noviembre de 2010

El nº 1 en la escala de Richter

Salió de casa enfundada en unos pantalones de cuero, botas de tacón y un jersey que sin mostrar, insinuaba.

Su demora habitual en las citas no se presentó esta vez.

14:00 y allí estaba ella, 15 minutos eran los que distaban para que él apareciese y los que ella necesitaba para organizar sus ideas.

Maquillada pero natural, arreglada pero informal.
No sabía que decir ni a donde mirar.

Cada vez que el nº 1 en la escala de Richter invadía su intimidad mediante una llamada ambigua o un mensaje sin demasiados detalles, todo su mundo temblaba.
Temblaban sus recuerdos, sus cimientos, su cordura. Temblaban hasta las piernas lo poco que el cuero las dejaba.

Alexandra había aprendido a lo largo de estos años que debía guardarse siempre un as en la manga, tener siempre un reguardo por si el producto no sale como deseas que te lo cambien por otro, debía tapizar la silla con dos o tres respaldos porque conocía lo incómodo de quedarse sin nada.

Con él lo había apostado todo y en un 15 Negro ganó la banca.

El nº 1 era de apuestas seguras, de puntadas con hilo, de saber de que pie cojea el de enfrente.

14:20. Aparición estelar.

Le había concedido 5 minutos más para que ella pudiese elucubrar su plan. Esos 5, igual que los otros 15 no sirvieron o fue ella la que no sirvió.

¿Realmente era un juego de estrategia? ¿Había que saber cuando mover ficha p debería ser puro azar apto para todos los públicos?

¿Es el amor un juego de dos que perjudica gravemente la integridad del menos aventajado en estas artes?

lunes, 15 de noviembre de 2010

Distorsión con premeditación y alevosia

Tenía 2010 defectos: era insistente, obstinada, fluctuante en su humor, excesivamente clara, cortante o borde,...y 2004 más que no os voy a contar, sino sabríais tanto como yo y esto no pretende ser intercambio de información productivo.

Tenía dos o tres virtudes, escasas pero afianzadas. Una de ellas, la empatía.

Había conseguido entender lo incomprensible y perdonar lo que a mil ojos era imperdonable.
Había logrado sentirse menos dañada por entender las circunstancias de los de enfrente.

La empatía era algo más que sonreir forzadamente por no compartir ideas, la empatía era calzarse los zapatos del otro, probarse de abrigo su piel y sentir el mismo frio o la misma calidez.

El PROCESO DE EMPATÍA con mayúsculas y luces de neón, lo había culminado con Tatiana.

(O al menos eso creia ella.)

Seguramente la desconfianza de Alexandra viniese determinada por su código genético y seguramente también, Tatiana tuviese un código genético completamente opuesto.

No compartían visión de la moda, ni de los hombres, ni del destino.

No compartían nada y lo habían compartido todo: tiempo, sonrisas, cigarros, lágrimas y alcohol.

Siendo consciente de todas estas disparidades y de que Tatiana llevaba un tiempo, largo pero constante, sin encontrarse en su mejor época, ella intentó transmitirle, a su manera, su cariño, que se sintiese escuchada, entendida, arropada.

Le había mostrado o de-mostrado que si seguía por ese camino, que a su juicio no desembocaba en nada positivo,lo entendía y estaría ahi; si decidía emprender uno nuevo, lo entendería y estaría ahi.
Sin embargo, si decidía dejar de caminar y revolcarse en el fango, si decidía resignarse, Alexandra estaría ahi,pero nunca, never,no taxativo, podría entenderlo.

Tatiana percibía en otra realidad: no se sentía respaldada, no sentía el apoyo ni de ella ni de nadie y lo expresaba de modo explícito, susurrando al silencio, o a todo el que la quisiera escuchar,que no lo sentía ni lo había sentido.

Tatiana había arrojado la toalla.

Al parecer Alexandra tenía que renunciar a contagiar su vitalidad, a animarla a buscar nuevos horizontes, nuevas metas y a luchar por lograrlas.

Al parecer, si Alexandra la quería, debía ser más empática. Entender sus desventuras, su rendición, su desgracia, su resignación. Debía entender que la realidad la persegía y pisoteaba para arrebatarle lo poco que ella quería, realidad que por otra parte ella había distorsionada con premeditación y alevosía.

Aunque la proposición/consejo/advertencia amistosa de Tatiana podría parecer muy razonable con otro enfoque, Alexandra se planteó abandonar el proyecto, abandonar el proceso de empatía.

Y como ya os he explicado antes, la obstinación está entre sus d-efectos personales. Se planteó abandonar y abandonó.

Lo hizo por ella misma.
Odiaba no terminar sus proyectos, odiaba no poder hacer alarde de su empatia, odiaba no poder seguir a su lado ...pero se detestaría a si misma si la animase a dejar de caminar, a continuar en standby, a vivir sin quererlo, sin disfrutarlo, a vivir sin vivirlo.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Adrenalina aumentando.Incremento de la presión cardíaca. Bienestar. Increible bienestar.
Sonrisas dibujadas atípicamente.
Distorsión.
Al principio era solo ocasional.
La intensidad de las percepciones se multiplicaba.
Era consciente de que se podía enganchar, incluso de que ya lo estaba.
La dosis de los fines de semana se fue extendiendo a algún uqe otro día semanal escogido al azar.
No era suficiente.
Me pedía más.Y yo necesitaba más.
Bajo sus efectos las horas pasaban demasiado deprisa, no podía controlar la sucesión de hechos, la velocidad de miradas, de palabras, de momentos.
Cuando se dió cuenta era tarde.
Dependencia. Necesidad.
AUSENCIA.
Era tarde, demasiado tarde.


Era adicta a él.







Retales de adicción.
La situación se presentaba como extrañamente similar.
Cortina blanca, paredes blancas, estiraré el brazo para coger el móvil y sorprenderme de lo tarde que es. No hay móvil, no hay mesilla.
Girar el brazo me duele especialmente, muevo los ojos para averiguar lo que sucede.Me han cogido una vía.
Llevo las manos a la cabeza, me tapo con fuerza la cara avergonzándome de mi misma, de la situación, del desconciero. Me acabo de arrancar algo. Exploro hasta reconocer unos finos tubitos que me supongo que me suministran dosis minimas de oxígeno..y aún así, siento que me ahogo....
Ignoro, desconfio, temo, ..
Voces, preguntas, caras desconocidas y por fin tú.
-A mi no me muerdas eh!
Y a pesar de que te veo cada día cuando me despierto, hoy no te imaginaba allí.
Se qué te encantó la gente que conociste entre los blancos pasillos, que consolidaste tu relación y demás...pero por muy bien que te lo hayas pasado...prometo no volver a hacerlo.
Encontraba el amor en cada cuerpo, en cada mirada, en cada sonrisa.
Acariciaba la felicidad cada noche, brindada por las mismas palabras en bocas de hombres distintos.
Quizá la diferencia con todas las demás era que ella no se engañaba, que ella sabía que el amor caducaba.
¿Cincuenta años y bodas de oro?¿Un mes?¿Unas horas?
Las fechas solo eran para ella números vacíos, como esos dichosos códigos de barras, nunca logró entender su importancia.
Como muchas otras, se dejaba una pequeña parte de si en cada nombre. Dsifrutaba de la textura e incluso del estampado de las sábanas, de un afeitado reciente o de la barba de tres días, de acariciar una nuca desnuda o deslizar sus dedos por una melena descuidada.
Definía el amor como algo, sobre todo, relativo: relativo en tiempo, en duración, en intensidad, en entrega.
Disfrutaba de pasiones fugaces con desconocidos que se cruzaba miradas tiernas, lascivas incluso, a la salida del trabajo.
Conocía amores diferentes abriendo su corazón y sus piernas a todo aquel que le producía un leve cosquilleo con cada palabra.
Puta era para ella una palabra que, como los malditos códigos de barras, nunca entendió. Una palabra pronunciada por aquellas que se contenía de hacer aquello de lo que ella no se avergonzaba, por aquellas que sufrían por no ser capaces de dejar de engañarse.


Retales de Hipócresía.
Treboada.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Despellejándolo

Cuando el ayer vuelve, ella ya no se fia de sus intenciones. Menuda es ella para eso!
Demasiados desperfectos a causa del temporal, ahora está protegida.
El día que le preocupó la vuelta del pasado no fue con el primer café ni con el primer cigarrillo a medias. Se hizo esperar. Volvió con sigilo, jugando con la estrategia de lo inesperado.
Se planteó pasar al plan B cuando le volvía a mirar a los ojos en silencio, diciéndoselo todo, dejando pasar el tiempo. Decidió que era necesario actuar cuando de su boca salian algo más que palabras, lanzaba rayos y truenos, escupía que querer era poder, sugería cama después del café.
Era el momento. El derecho nunca había sido lo suyo, asique probó con el revés
Le dió tanto la vuelta como a un calcetin en la lavadora. Se olvidó del cuerpo que tantas veces se había amoldado a las formas del suyo.
Ahora era solo entrañas,visceras y un flauta travesera.
El instrumento tocaba para sus caderas pero el tiempo había pasado y ella se había olvidado de bailar.
Él la incentivaba. La esperaba. Pero rozándola. Rozándola mucho. Porque el roce hace el cariño.Porque el roce hace la pasión.
Y antes de incendiarse, volvió a darle la vuelta. Y no le gustó.
Y menuda era ella con sus castings de selección!
Y ya ves, esto como las lentejas, si quieres las comes y sino...

-Espera.Me tengo que ir, acabo de recordar algo, siento dejarte así.
Ya hablamos, te llamo, ok?

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martes, 2 de noviembre de 2010

¿Y entonces que?

Hay días que Alexandra no vive.
Transcurren momentos importantes en su vida en los que Alexandra no está.
Son situaciones en la que no es cuerpo.
Se convierte en etérea.
Es efímera, es silencio.
La verdad es que cuando mira atrás no recuerda ni el como, ni desde cuando
Se olvidado de sus reacciones,de sus relaciones.
Se ha olvidado de la espontaneidad, de la vida de su sonrisa.
Pero el motivo de su inanimado semblante es otro.
Es complicado encontrar a tu peor enemigo frente al espejo, que sean tus ojos los mismos que devoran tus entrañas.
Y eso es lo que sucede, que ha dejado que le gane la partida su otro yo.