jueves, 22 de julio de 2010

Aún así, quedarán muchos mañanas

Aquella noche había dormido lo que correspondia por protocolo, su sobriedad era perfecta.
Las neuronas de Alexandra no se ocupaban demasiado de fechas pero ese día habían hecho un esfuerzo...
Sin embargo, no recordaba la última vez que un te quiero había resucitado en su boca.
No le costaba demasiado mostrar su lujuria, sus deseos, su des/hinibición pero a la hora de dejar las cosas claras el precio a pagar era demasiado caro.
Y precisamente hoy que se había acordado, decidió que era un precio que podía pagar.
Se fumó el último cigarrillo y caminó decidida en busca del pijama de oysho más apto para un recado de última hora.
Por el camino decidió distraerse de las miradas curiosas que la apuntaban usando el cerebro.
Se planteaba si relmente la beneficiaba esta inestabilidad laboral, la incertidumbre, si compensaba una preparación tan intensiva en tierra si prefería el mar. Veía pasar el tiempo del L.43-MANZANA,el de las cenas de pinchos y cañas, el tiempo de Alexandra.
Y si realmente ese tiempo le pertenecía...merecía la pena ser la cigarra que espera la oportunidad mientras ve el mundo pasar o deberíamos sentir que el tiempo son siempre el mismo día en la vida de la minúscula hormiguita?
De cualquier manera el tiempo le había quitado días al tiempo con ella.
La echaba de menos tanto como una gata a su celo.
Y como se había acordado, en su bolso de mercadillo había un sobre con su dirección como destino entre rascacielos y un folio en blanco.
Quizá los titulares de la semana habían apagado sus impulsos, su fanatismo por la conducción, por el factor sorpresa, por verla sorprendida.
Ella, con su dominio de la psicología de particulares y extraños sabría leer entre líneas:

El futuro aun está por escribir.


La correspondencia se ahogó en aquella pequeña alcantarilla que conducía a Correos y supo que ese no sería un día más,aunque todo siguiese con una monotonía elevada a la enésima potencia, era increible poder seguir disfrutando de su singularidad.