martes, 27 de abril de 2010

De putas y borrachos

7:15 A.M
Y como diría su madre y la madre de muchas: A esa hora de la noche solo quedan en la calle putas y borrachos!
Le frustraba más la idea de excluirse de ambos grupos que la incertidumbre de antaño por saber en cual estaba incluida.

Su reloj solo marcaba las 8 A.M en noches de jueves a sábado.
No tenía claro si la decisión había sido fruto de su impulsividad,de su atracción por el plurimpleo o del deseo escondido entre sus tacones de volver a verlo.
Áyer era su primer día.

Caminando a su recién estrenado trabajo se cruzaba con decenas de Alexandras.
Zapatos sofisticados pero provocadores,vaqueros que dejaban intuir lo que la luna escondía y maquillaje que en algún tiempo pasado había sido mejor(concretamente 14 vodkas antes)
Recorrer los 200 metros que separaban su nueva experiencia de su eterna esencia le costaron una puñalada de un eterno dilema.
¿Esa era realmente su vida o caminaba por los días de una vida en la que ya estaba todo firmado?
Se encontraba a medio camino, literal y metafóricamente, entre señora con cardado amaneciendo a la 8 para sacudir alfombras y empanar el filete para el niño y chica con estudios pero sin trabajo, con cierta tendencia a invertir tiempo en estudios sobre el genero opuesto sin más resultado que una larga lista de nombres impropios, que diría Sabina.
Frente a la puerta de su destino pidió una segunda opinión y el reflejo en la cristalera le devolvio a la realidad.
Al otro lado el propietario de numerosos títulos nobiliarios, entre ellos "La Grande de España".
El que sonreía era el recién nombrado compañero de trabajo, que desprendía un olor cercano, un aroma confortable que la trasladaba a las noches de la triple P (pizza, peli y polvo).
Su nombre ya había ocupado la agenda de Alexandra,aunque al parecer eso había sido hacia dos mil billones de años.
Hablaban como dos extraños, bromeaban como dos colegas, se buscaban como dos amantes.

A Alexandra le huyo una sonrisa directa del insconsciente. Como diría ella si algún día fuese madre: A esa hora de la noche las putas y los borrachos no solo están en la calle, tienen otros planes.

domingo, 11 de abril de 2010

Aquellos maravillosos antros

8:00 P.M.
Comienza el ritual.
Vaqueros ajustados, camiseta negra con moderado pero sugerente escote, algun detalle que imprima su sello propio, para evitar confusiones con los rebaños de street fashion ataviadas con los atuendos gentileza de Amancio Ortega y listo.
Sombra aquí, sombra allá. ya sabeis, lo típico en estos casos.
Aquella noche no prometía demasiado, Alexandra había quedado a las 10 para un recorrido gastronómico por los peores y más exquisitos antros de la ciudad. Sobre el papel parecía un buen plan, de no ser porque los vinos en "cunquiñas"de barro iban a ser degustados en la grata compañia de sus compañeros de facultad.
Entiendase compañeros como un mal uso del masculino como genérico, porque de ser totalmente sinceros se trataba de 13 arpías con varias capas de chapa y pintura, unos modales exquisitos y conversaciones del tipo:
- No mires ahora,pero...
- (Giro de 360º tipo niña del exorcista)
-¡que te he dicho que no mires, tia!Ahi detrás está Nacho con la zorra de su novia. No entiendo que le ve, de verdad. Va como si la hubiesen sacado de casa a la fuerza.¿Que es eso que lleva? Tengo pijamas con más estilo...

Y en medio de todos estos apasionantes debates se encontraban las 13 y la Alexandra en discordia.
La labor de guía no era sencilla, cualquier local sin ese toque minimalista-chic estaba descartado automáticamente. Sin embargo, ese día habían cedido al plan, quizá por voluntad propia, quizá por todo lo que habían escuchado hablar de Andrés, el dueño de Atando y el polvo productivo de moda.
Andrés tenía esa mirada que te arrebata la concentracion e incluso las bragas, tenía esa voz que electrificaba arterias y venas, dejándote hasta el último vello de punta. Además en sus ratos libres era futbolista.
Cuatro rondas de ribeiros y algunas tortillas después todas habían sucumbido. Seguir el tour por el resto de locales era impensable, lucharían como animales en celo hasta que alguna se llevase el trofeo.
Pasaban de las doce y Alexandra entre temerosa y asqueada por aquella camada de hembras hambrientas fue a pedirse un vodka a la barra. Su plan era perder poco a poco la conciencia desde ese mismo momento, hasta conseguir olvidarse de quien la esperaba en la mesa de al lado.
Mientras la camarera la servía y Andres seguía siendo atacado por las arpías, observó al fondo de la barra a un chico garabateando en la servilleta, acompañado por un gin tonic y un paquete de chesterfield.
-¡Hola!Si no me permites que te robe un cigarro creo que no seré capaz de acabar la noche con la misma cordura con la que la comenzé.
- Coge.¿Un mal día?
- No, inadecuada compañía.

El bar comenzó a parecer más acogedor.Las agujas del reloj decicieron hacer su ultimo sprint.
Solo habían pasado tres vodkas y cuatro gintonics y las arpías decidieron marcharse a un lugar más animado, en el que pudiesen ver las últimas tendencias en moda mientras recorren la discoteca en lo que por las redes sociales ya se denomina la "hacer la Putivuelta".
-¿Te quedas o te vienes?
- No me encuentro demasiado bien, me voy a tomar esta copa y me voy para casa.

Evidentemente estaba mintiendo.
Aunque Borja, que asi se llamaba el rarito de las caricaturas, había decidido que en vez de mentira, había contado una media verdad.
Tres minutos de silencio y dos pitillos robados después arrancó otra servilleta en la que escribió:
"Quédate a dormir, es todo lo que quiero..."
Alexandra esbozó una sonrisa y aunque no le pareció muy original el copia y pega de la letra de Mclan, le arrebató el boli y anotó:
¿No me parece mal plan pero es todo lo que me prometes?

No hubo más notas, no hubo más copas.
La mano del extraño carente de compañía dibujaba su cuerpo, la lengua pincelaba su boca y ella soltaba lastres del pasado con cada magreo.
Acabaron en uno de esos pisos de estudiantes de dudosa higiene y cama de noventa.
No sabía si producto del vodka o realmente el chico hacía bien algo más que dibujar.
A las mañana siguiente decidió usurparle un cuaderno y terminar la cosa como había comenzado. Escribió la última nota:
Gracias por el cigarro. Gracias por la compañía.
Gracias por ser distinto.

Y así,decidió salir sigilosamente de la habitación, buscando la puerta de entrada con el temor de que apareciese algún compañero de piso desconocido y con ganas de conversación.
LLego a casa satisfecha y resacosa, pero sobre todo satisfecha;sin numero de teléfono al que recurrir y cagarla, sin problemas, sin tira y afloja, sin complicaciones y con condón.
Al fin y al cabo, tan mal no está el mercado.

sábado, 10 de abril de 2010

Obsession!

*La obsesión en el amor se caracteriza por el intento de control de la relación y de la pareja que representa un objeto más de propiedad del sujeto.
El que se obsesiona considera a la seguridad y la tranquilidad como elementos esenciales en la vida, donde las posesiones, tienen primacía, sin darse cuenta que también él es un prisionero*

¿Realmente era algo tan aislado? Releía una y otra vez las mismas líneas intentando buscar una característica que no cumpliese, algo que la convirtiese en la excepción.
Pero no era así.
Podría no ser tan malo.Podría normalizarlo: Soy alexandra, morena, ojos marrones, cuerpo de guitarra, obsesa y pésima cocinera.
No sabía si llegaba a estos extremos, pero en las últimas semanas aquel portatil Sony Vaio se había convertido en una prolongación de su cuerpo.
Fran había decidido que aquella bonita historia de sábanas revueltas y orgasmos silenciados en su pequeño piso de estudiantes no era algo relevante para mantener una amistad. Había conseguido desaparecer completamente de su vida: ni mensajes, ni llamadas; los 30 e-mails diarios se habían reducido a la carpeta de mensaje leídos. Nada nuevo.
¿Nada?¿Había conseguido desaperecer por completo?
Bendita era de las nuevas tecnologías.
Alexandra salía de trabajar a las 8, un cuarto de hora y tres pitillos fumados ansiosamente después, ya había revisado fotolog, facebook, tuenti, twitter y todas aquellas redes sociales que le pudiesen proporcionar cualquier tipo de información sobre sus movimientos. Los accesos directos a todo lo relacionado con Fran V. cubrían parte de la instantanea que adornaba el escritorio.
Comentarios, amigos, amigos de amigos, enlaces, etiquetas, álbumes, fotos,...
Y en el fondo, la rabia desaparecía un instante de sus ojos para dar lugar al orgullo, orgullo de su capacidad para investigar, para establecer relaciones lógicas, para elaborar teorías que con el tiempo se confirmaban.
Sabía que si Fran presenciase este casi ritual de seguimiento le habría obsequiado con un sinfín de calificativos sin un ápice de cariño en su significado.
Y si, puede que no tuviese demasiada capacidad para pasar página, que le costase aceptar, que de algún rebuscado modo estuviese invadiendo su intimidad pero...
Había que admitirlo: ella era una cotilla de puta madre y él un capullo integral.

viernes, 9 de abril de 2010

Maldiciendo sus escasas virtudes: compasión?

Sergio es cocainómano y camarero, principalmente.
Un trabajo absorbente con posibilidad de ingerir cantidades masivas de alcohol en horario laboral fue el principal responsable de su encuentro.
Ella desconocía todos los aspectos externos de su vida, se limitaban a tontear usando la jerga besugil.
Por desgracia aquello no duró demasiado.
Sergio decidió introducirla en sus desgracias e infortunios. Siete copas y gramo y medio después, él apenas articulaba palabra y ella se sentía reflejada en algo más que sus desencajados ojos negros.
Se les fue de las manos....y les llegó a la boca.
Pasaban de las once de la mañana y la noche les había sabido a poco.
Él decidió no ir a trabajar y ella decidió empezar a decidir.
El alcohol se expulsaba a cuentagotas de su cuerpo para dejar hueco a la razón.
Fue entonces cuando comenzó a recapitular:¿En que momento de la noche había dejado de ser aquel chico flacucho y más bien feo para aparecer ante ella como un firme candidato a quedarse en la lista azul?
¿En que instante su corazón de arpía se había ablandado frente al polvo de una noche y lo había convertido en su próxima buena acción?

jueves, 8 de abril de 2010

El pasado y otras infamias

No se que la impulsó a decirle adiós,creo que desde entonces no ha sido la misma.
Los dedos de una mano contaban sus años juntos, era un amor de adolescencia que, como las series con audiencia, se había prolongado innumerables capítulos sin una base demasiado sólida.
Habían afrontado la etapa más cambiante de su vida juntos, se conocían demasiado, se confiaban demasiado y donde otros veían un momento idílico, ella vió el momento de huir.
Aquel día, más bien noche, llovía. Mientras él pedía una explicación, una oportunidad y un tratamiento efectivo para la pulmonía que se le estaba adueñando del cuerpo, ella miraba al cielo, purificándose, trasladándose a alguna ceremonia tribal donde los ancestros te limpiaban las heridas del alma con agua de lluvia.
Hoy al mirarla, desconfío más que nunca del poder de los ancestros pero puedo creer en el destino.
En aquel momento su trabajo se convirtió en su mayor refugio. Le faltaban cuatro otoños para llegar a la mayoría de edad, impedimento para escaparse tan lejos como quisiera.
Dormía por la mañana, trabajaba por la tarde y vivía por la noche.
Había substituído los colacaos y la buena compañía, por el licor 43 con manzana y las varias compañías.
Descubrió tantas bazas para hacerse más fuerte como días había agotado viéndose débil.
Reanudó su eterna interrelación con los hombres, esos grandes desconocidos.Sin embargo, no se reconocía en sus palabras, había perdido la confianza, la seguridad de la presa que aun no ha sido cazada.
Hablaba con cautela, resguardándose de caer en la misma trampa con distinto nombre.
Pero como le susurraba Amaia Montero desde los cuarenta latino mientras limpiaba botellas y reciclaba numeros de teléfono: Caer está permitido, levantarse es una obligación.
Y cayó.

Iniciando presentaciones...

La puerta se cierra tras él.
Un piso de 140 m² la enfrenta con su propia compañía, con su oxidada capacidad para contar.
Supongo que podría presentarla como la han definido tantos otros: despierta, extrovertida, inteligente, orgullosa, obstinada y caprichosa.
Realmente no estoy segura de que quede algo de todo aquello.
Recuerdo aquellas conversaciones del pasado donde Doña Luisa, profesora de lengua, dedicaba 7 minutos de su tiempo, tras acabar la clase, a pintarle su futuro con palabras. Destacaba su capacidad de asimilación, la rapidez en la lectura y lo distinto de sus relatos. Tenía una magia distinta, lograba crear un vínculo especial con todo aquel que entraba en su vida. Extrañaban sus evasivas ante lo nuevo, el miedo a implicarse, no había tenido tiempo de forjar un carácter tan resentido.
Doña Luisa siempre la animaba a relacionarse, a ganar compartiendo, a aprender del otro. Podría llegar donde se propusiese, tenía mucha capacidad, capacidad para racionalizar, para conocer, para aprender, para aprovechar.
Al parecer en aquel momento carecian de importancia la ambición, los factores externos y los bajones emocionales.
Ahora después de años de montañas rusas puedo decir que quien abajo firma es una mezcla de realidad y ficción, de lo propio y lo ajeno, de lo contado y de lo vivido.
Quizá este blog acompañe a su sombra durante un largo camino o quizá no pueda seguir su ritmo.