jueves, 8 de abril de 2010

Iniciando presentaciones...

La puerta se cierra tras él.
Un piso de 140 m² la enfrenta con su propia compañía, con su oxidada capacidad para contar.
Supongo que podría presentarla como la han definido tantos otros: despierta, extrovertida, inteligente, orgullosa, obstinada y caprichosa.
Realmente no estoy segura de que quede algo de todo aquello.
Recuerdo aquellas conversaciones del pasado donde Doña Luisa, profesora de lengua, dedicaba 7 minutos de su tiempo, tras acabar la clase, a pintarle su futuro con palabras. Destacaba su capacidad de asimilación, la rapidez en la lectura y lo distinto de sus relatos. Tenía una magia distinta, lograba crear un vínculo especial con todo aquel que entraba en su vida. Extrañaban sus evasivas ante lo nuevo, el miedo a implicarse, no había tenido tiempo de forjar un carácter tan resentido.
Doña Luisa siempre la animaba a relacionarse, a ganar compartiendo, a aprender del otro. Podría llegar donde se propusiese, tenía mucha capacidad, capacidad para racionalizar, para conocer, para aprender, para aprovechar.
Al parecer en aquel momento carecian de importancia la ambición, los factores externos y los bajones emocionales.
Ahora después de años de montañas rusas puedo decir que quien abajo firma es una mezcla de realidad y ficción, de lo propio y lo ajeno, de lo contado y de lo vivido.
Quizá este blog acompañe a su sombra durante un largo camino o quizá no pueda seguir su ritmo.




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