sábado, 10 de abril de 2010

Obsession!

*La obsesión en el amor se caracteriza por el intento de control de la relación y de la pareja que representa un objeto más de propiedad del sujeto.
El que se obsesiona considera a la seguridad y la tranquilidad como elementos esenciales en la vida, donde las posesiones, tienen primacía, sin darse cuenta que también él es un prisionero*

¿Realmente era algo tan aislado? Releía una y otra vez las mismas líneas intentando buscar una característica que no cumpliese, algo que la convirtiese en la excepción.
Pero no era así.
Podría no ser tan malo.Podría normalizarlo: Soy alexandra, morena, ojos marrones, cuerpo de guitarra, obsesa y pésima cocinera.
No sabía si llegaba a estos extremos, pero en las últimas semanas aquel portatil Sony Vaio se había convertido en una prolongación de su cuerpo.
Fran había decidido que aquella bonita historia de sábanas revueltas y orgasmos silenciados en su pequeño piso de estudiantes no era algo relevante para mantener una amistad. Había conseguido desaparecer completamente de su vida: ni mensajes, ni llamadas; los 30 e-mails diarios se habían reducido a la carpeta de mensaje leídos. Nada nuevo.
¿Nada?¿Había conseguido desaperecer por completo?
Bendita era de las nuevas tecnologías.
Alexandra salía de trabajar a las 8, un cuarto de hora y tres pitillos fumados ansiosamente después, ya había revisado fotolog, facebook, tuenti, twitter y todas aquellas redes sociales que le pudiesen proporcionar cualquier tipo de información sobre sus movimientos. Los accesos directos a todo lo relacionado con Fran V. cubrían parte de la instantanea que adornaba el escritorio.
Comentarios, amigos, amigos de amigos, enlaces, etiquetas, álbumes, fotos,...
Y en el fondo, la rabia desaparecía un instante de sus ojos para dar lugar al orgullo, orgullo de su capacidad para investigar, para establecer relaciones lógicas, para elaborar teorías que con el tiempo se confirmaban.
Sabía que si Fran presenciase este casi ritual de seguimiento le habría obsequiado con un sinfín de calificativos sin un ápice de cariño en su significado.
Y si, puede que no tuviese demasiada capacidad para pasar página, que le costase aceptar, que de algún rebuscado modo estuviese invadiendo su intimidad pero...
Había que admitirlo: ella era una cotilla de puta madre y él un capullo integral.

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